José María Vitier, un hombre que se dice cubano

José María Vitier, un hombre que se dice cubano

José María Vitier tiene también su historia. La ha labrado junto a su familia, su piano y acompañando a Cuba, a la cual lo atan lazos que «no pueden modificarse, porque han marcado nuestras vidas».

Hernández, Yelanys: “El pulso musical de José María Vitier”, en Juventud Rebelde, 5 de Julio de 2009,  en http://www.[email protected] (Documento mimeografiado)

La música cubana, en el decursar del tiempo, unifica su esencia con diferentes corrientes estilísticas clásicas y contemporáneas, incluyendo sus raíces ancestrales. Precisamente por ello, es posible hablar del comienzo en Cuba de un  nuevo auge de música concertante durante las últimas décadas del pasado siglo. Se puede entonces hablar de una corriente estética que se apropia de lo mejor del jazz, experimenta con géneros populares y tradicionales como el danzón, el son y la rumba, y hace confluir estilos occidentalistas, como el Barroco y el Clasicismo, con el desarrollo musical de la época.

Jóvenes compositores que apenas terminaban estudios se sintieron atraídos por estas nuevas expectativas y sonoridades que presentaba la música culta de concierto. El piano se presentó como el instrumento predilecto en este ámbito. Músicos como Chucho Valdés, Gonzalo Rubalcaba y José María Vitier, constituyeron los principales representantes de este estilo, reconocidos  a nivel tanto nacional como internacionalmente.

Despierta mi interés desde hace algunos años, la versatilidad y cubanidad del trabajo musical de dichos músicos, específicamente el de José María Vitier. Ello incitó al inicio de una búsqueda sobre la vida y obra de este artista, realizada durante mis estudios de Nivel Medio en Asignaturas Teóricas.  El resultado de esta pesquisa preliminar permitió constatar que actualmente su quehacer musical es abordado mayormente en publicaciones periódicas y en páginas electrónicas de la red nacional e internacional, además de su sitio Web especializado. Las mismas carecen de un análisis crítico del resultado artístico y se basan fundamentalmente en criterios muy subjetivos y en ocasiones aduladores del sujeto creador. Esto se debe principalmente al carácter periodístico de estas publicaciones y de que en su mayoría abordan testimonios autocríticos del propio autor y escasean de una opinión personal. Claro que ello es consecuente a la falta de bibliografía analítico-musical que contemple el estudio de su creación musical.

Esto condujo a la realización de un trabajo en el cual se efectúa el análisis de las danzas para piano Habanera del ángel y Danza de fin de siglo, con la finalidad de establecer los elementos que denotan contemporaneidad y tradición en su obra pianística, específicamente la compuesta durante la década de los 90. El mismo, bajo la tutela de la Lic. Leticia Zamora, fue expuesto durante el X Coloquio de Musicología de la provincia de Sancti Spíritu y posteriormente en el Festival Cubadanzón 2013 de Matanzas.

En el caso del presente trabajo, se pretende establecer un análisis estético de la personalidad artístico-creadora de José María Vitier. Para lo cual se tendrán en cuenta algunos parámetros como son: su origen socio-cultural, o sea, su formación cultural y musical; su desarrollo profesional; sus principales áreas de creación, corriente estético-musical a la cual pudiera insertarse e influencias de otros creadores en su obra. Todo ello con el objetivo de identificar los rasgos generales que caracterizan la cubanidad en su creación artística.

Origen socio-cultural:

José María Vitier García-Marruz, nacido el 7 de enero de 1954 en La Habana, fue criado en el seno de una familia muy culta y de profundas raíces cubanas. Su casa era el local de reuniones familiares, donde el arte salía de forma espontánea. Lo rodeó desde pequeño un entorno artístico formado por iconos de la cultura cubana, pertenecientes al grupo de amistades de sus padres, los reconocidos poetas,  Cintio Vitier y Fina García Marruz.

La formación político-cultural de sus padres, marcada por una inminentemente religiosidad y un sentir patriótico genuino, influyó directamente en el desarrollo de José María como artista y como ser humano. Grandes amantes de la obra martiana y activos partidarios de los ideales estéticos y éticos del grupo Orígenes, procuraron para sus hijos un ambiente socio-cultural vasto, moralista y sobre todo cubano. Como expresa Honey Moreira todo lo que Orígenes tocó lo convirtió en poesía y este espíritu por el cual estuvo rodeado José María Vitier hizo que este comenzara a valorar el arte en la medida en que era capaz de aportar poesía.

Con respecto a esta influencia brindada por su familia, el propio compositor declara en una entrevista con los internautas,[1] ofrecida para el diario El País, de España:[2]  

Mi casa era una casa de poetas pero también una casa de músicos. No soy el único músico de la familia: mi padre fue músico, mi abuela fue pianista, tengo dos tíos, uno jazzista y otro operístico, mi hermano es guitarrista y un músico importantísimo /…/ El ambiente en que yo crecí fue un ambiente muy sonoro, no solamente las grandes voces de Edith Piaf, Bola de Nieve y Benny Moré y todos los músicos de la música popular sino también las voces de los grandes poetas, que tuve oportunidad de escuchar cómo sonaban /…/ Todo eso es la banda sonora de mi vida. He sido, en ese sentido, muy afortunado.

Esta relación con el arte lo lleva a encontrar su vocación por el piano y comienza sus estudios a muy temprana edad con las profesoras Cecilia Echevarria y Margot Rojas. También fue alumno del Conservatorio Amadeo Roldán, donde tuvo como maestro a César López. El maestro más decisivo de su carrera, según el propio Vitier, quien le ofreció una formación muy completa y abarcadora. Desde su postura como profesor de piano, López lo acercó a un espectro mucho más amplio de la música, abarcando desde la música clásica hasta la popular, en la cual “el piano era un instrumento equivalente a la orquesta”.[3]

José María Vitier, un hombre que se dice cubano

César López lo lleva además a dirigirse hacia la rama de la composición musical, impulso que lo conduce a comenzar sus estudios en el Instituto Superior de Arte en el año 1977, que quedan inconclusos debido a cuestiones laborales. No obstante, la brevedad de su estancia en esta institución, no evitó que recibiera las herramientas necesarias para la realización de sus posteriores creaciones, gracias a buenos profesores como José Loyola, Roberto Valera y Sergio Fernandez Barroso y maestros soviéticos.  

  Carrera profesional:

En los inicios de su carrera profesional, alrededor de la década de los 70, integra el Grupo Síntesis, como pianista y compositor y se vincula a la vez como pedagogo en la Escuela Nacional de Arte. No es hasta 1983, que funda y dirige su propio grupo, para el que comienza a escribir numerosas obras.

Participa en varios eventos nacionales e internacionales, principalmente de música y cine, entre los que destacan el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, Festival Cervantino en México, Jazz-Plaza ´87, el Festival Internacional de Cine de Venecia, Festival Internacional de Cine de Mérida y festivales de jazz de Montreal y Toronto. En 1991 realizó la última actuación con su grupo en el Festival de Cultura Afro-caribeña en París y se dedica por completo a trabajar como solista.

En su trayectoria ha compartido escenario con disímiles artistas como el contrabajista Carlos del Puerto (hijo), el pianista Frank Emilio, la saxofonista canadiense Jane Bunnet, la cantante Miriam Ramos, Pablo Milanés, el guitarrista argentino Víctor Pellegrini y la flautista cubana Niurka González, entre otros.

Esta interacción con músicos tanto nacionales como foráneos, de diferentes estilos musicales en distintas instancias artísticas, influye indiscutiblemente en su desarrollo musical. Al respecto, Vitier expresa: me siento influido por todos los de mi generación, los que me antecedieron y también los instrumentistas que me honran con su trabajo.

Es interesante apreciar las declaraciones obtnidas por la prensa durante la gira nacional que realizara Vitier en 2011, junto a las cantautoras Liuba María Hevia y Cecilia Todd, acompañados por los instrumentistas Alejandro Rodríguez y Abel Acosta, bajo el título «Se dice cubano». En la misma Liuba, gran amiga del compositor, dio a conocer un interesante comentario en el cual exclama que Vitier es un hombre que no puede escapar de lo cubano

En correspondencia con el anterior testimonio el mismo autor expresa sobre su obra:

/…/ más allá de principios estéticos son los principios éticos en los que primero baso mi trabajo, con respecto a su cultura, con respecto  a sus semejantes, al pueblo cubano, a la tradición que hemos heredados, el respeto que nos merece todo eso y tratar de hacer un aporte aunque sea mínimo, /…/ en esa gran tradición que es la música cubana popular o culta de todos los tiempos y dar un testimonio de gratitud a todos los que me anteceden, /…/ a la cultura vista como un todo que también es una característica de mi trabajo, /…/(Moreira, 2010:11)

Principales áreas de creación artística:

Vitier construye su música a partir de los entornos que, poco a poco, cautivaron su atención en el transcurso de su formación como artista, proceso inacabado que cada vez integra nuevos elementos dentro de la concepción de su arte. Proceso que el mismo explica en el testimonio a continuación:

Los motivos para la inspiración parten de mi propia vida y de mi intimidad, pero además vivo en permanente estado de atención con el mundo que me rodea y del cual quisiera mi trabajo determinara testimonio. /…/ creo que cualquier lista comenzará con el amor, como experiencia personal y trascendental, y el compromiso social con el destino de mi país, que es también otra forma de amor. (Moreira, 2010:15).  

Su producción musical es extremadamente abarcadora y versátil, capaz de reunir una síntesis de nuestras raíces y a la vez acercarnos a un estilo actual donde convergen las principales técnicas compositivas contemporáneas.

El jazz, la música latinoamericana o más bien andina, constituyen factores de obligada referencia al analizar su creación que es, sin lugar a dudas, una fusión de todos estos elementos. Su localización se sitúa con mayor énfasis en las creaciones realizadas junto a su grupo, período nutrido por todo el boom de la música electroacústica donde confluyen agrupaciones como Irakere, Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC (GESI), al cual pertenecía su hermano Sergio, y Síntesis, donde tuvo la oportunidad de trabajar por un tiempo.

La música incidental para la danza, el teatro, la televisión y el cine, es uno de los pilares de su creación. Es indiscutible que Vitier, a través de las bandas sonoras para la cinematografía, ha legado a la cultura cubana páginas inolvidables que forman parte del patrimonio sonoro de la Isla. Al respecto manifiesta:

/…/yo me siento muy nutrido /de la poesía, las artes visuales/, me informa mucho el cine, el teatro, yo creo que la música es la puerta por donde uno entra a un mundo mucho más grande que la ella misma.

(Moreira, 2010: 11-12)

Comienza esta afición desde estudiante, con toda la influencia de su hermano Sergio Vitier, como integrante del GESI, tiempo durante el cual realiza pequeñas grabaciones de algunos documentales. Posteriormente asume la musicalización de  películas y series de la televisión junto a Sergio. Entre las producciones de este período se encuentran los largometrajes El Brigadista, Girón y las series El silencio ha tenido que ser, Julito, el pescador, Para empezar a vivir, El regreso de David y Día y noche. Inicia entonces una labor compositiva  ininterrumpida, para diferentes formatos destinados a formar parte de la banda sonora de innumerables audiovisuales, dentro y fuera del país.

Su catálogo contiene música para más de 50 filmes, entre las que se encuentran Fresa y Chocolate, El siglo de las Luces, Cosas que dejé en La Habana, Un embrujo, Un Paraíso bajo las Estrellas y Lista de Espera. Posee además música original para una docena de series de TV e igual número de espectáculos teatrales, ballet y danza.

La tradición musical cubana está latente en sus obras, reflejada a través de las influencias de Manuel Saumell, Ignacio Cervantes y Ernesto Lecuona que pueden palparse en sus danzas para variados formatos, principalmente para piano. Estas danzas y contradanzas constituyen lo más relevante en este ámbito, escritas a principio de la década del 90 del siglo pasado. En ellas plasma un sello de cubanía, percibiendo en sus títulos el particular manejo de géneros tradicionales y populares cubanos e incluso europeos. Se ubican títulos como Habanera del ángel, Danzón imaginario, Preludio de Sofía, además de su reconocida Fresa y Chocolate y la Danza de fin de siglo. En el caso de esta última, Vitier asimila lo más significativo del argumento del largometraje para el cual fue concebida, El siglo de las luces de Humberto Solás, y exhibe todo un arsenal de sentimientos que convergen a través de la lírica, a lo cual se debe el carácter melancólico que fluye de esta partitura. La gran mayoría de estas piezas, adoptan nuevos formatos y se insertan dentro de su música incidental.

José María no escapa del entorno poético que rodea su vida sino que lo aprovecha y lo integra a su manera de hacer arte. Muestra de ello es toda una producción de música vocal, que surge de la musicalización de textos de importantes  escritores del habla hispana de todos los tiempos. Tal es el caso de nuestro apóstol nacional José Martí, Sor Juana Inés de la Cruz, Federico García Lorca, además de sus padres, su esposa Silvia Rodríguez, e incluso de su propia autoría. En esta arista se integran canciones, música coral, música sacra y una ópera, Santa Anna, estrenada en el 2008 en México junto al libretista Carlos Fuentes.

Sus obras sinfónicas Salmo de las Américas  y Misa Cubana a la Virgen de la Caridad del Cobre, son las creaciones más importantes del ámbito religioso de su catálogo. Son piezas de majestuosa composición, capaces de respetar los cánones eclesiásticos de estos géneros,   insertándoles, con íntegra sensatez, lo más puro de las raíces latinoamericanas y el sincretismo religioso arraigado desde la conquista hasta la actualidad. Respecto a la primera la Lic. Honey Moreira afirma que  es una obra contemporánea que asume diversas formas de expresión, propias de diferentes culturas, lo cual indica la presencia de intertextualidad en la música. Por ende, es una obra en la que la historia, la literatura y la música se toman dela mano para rendir homenaje a la tierra de origen.[4]

Producciones discográficas:

Su discografía asume la colaboración de muchos artistas y viceversa. Sus temas se incluyen dentro de la discografía universal en compendios que reúnen lo mejor de la música latinoamericana, al igual que son incluidos en el repertorio de prestigiosos intérpretes. Entre sus grabaciones más destacadas aparecen: Misa Cubana a la Virgen de la Caridad del Cobre, 1993; Habana Secreta, 1995; Canciones del buen amor y Antología de música para cine no.1, 2001; Iré Habana, 2005; Cuba dentro de un piano, Imágenes: La Habana 1972, Melodías para cine, Canciones compartidas y El siglo de las luces, 2006.

A manera de homenaje, el pasado 2006 se realizó un trabajo de recopilación de su obra. Concentra en ocho CD’s y dos DVD´s, grabaciones antológicas e inéditas de un amplio abanico de formatos instrumentales y géneros, como el jazz, la música sinfónica y de cámara, y las bandas sonoras para cine. Se rescatan muchos de los trabajos mencionados con anterioridad.

Una de sus más recientes producciones, que data del 2010, compone su primer trabajo en solitario, con la colaboración de su esposa y del actor y director de cine Jorge Perugorría. El CD absorbe el ambiente natural del músico, con 12 temas que toman definitivamente los deseos del pianista de reverenciar a la trova cubana. Asimismo, emergen las creencias que describen al cubano, y homenajes al Che y a las actrices de cine, así como la propia relación de Vitier con el séptimo arte.

Resumen:

Los rasgos de cubanidad del compositor, se aprecian dentro de un lenguaje lírico por excelencia, que muestra una gama de sonoridades y ritmos sincopados distintivos de nuestra cultura. Con extrema delicadeza aborda desde las expresiones más cultas hasta las más folclóricas como la fuga, la danza, el danzón, la rumba, el son, etc. Su práctica musical se desarrolla a partir de una síntesis de todas estas expresiones, que se presentan en su entorno cultural y lo enriquecen tanto en su quehacer artístico como su accionar como sujeto social.

Sin dudas, José María Vitier es uno de los creadores más notables y prolíferos de la música cubana de concierto de las últimas décadas. Su obra de gran originalidad y cubanía forma parte del repertorio de principales intérpretes y agrupaciones musicales cubanas y de otros países. En su música se aprecia una marcada influencia del jazz y la música cubana en general, así como una asimilación creadora de la tradición clásica europea y el legado pianístico de importantes autores cubanos como Ignacio Cervantes y Ernesto Lecuona. Sus piezas abarcan espacios culturales tan variados como el cine, la televisión y el teatro. Se trata quizás de una expresión musical nueva, cuya esencia está en las profundas y universales raíces de la música cubana de todos los tiempos.

Como expresa Honey Moreira en su tesis:

/…/ su trabajo se basa fundamentalmente en los principios éticos –entre los cuales el amor ocupa el lugar más significativo- con respecto a nuestra cultura, al pensamiento cubano y pretende además homenajear no sólo a la música cubana y su gran tradición, sino a la cultura vista de una manera integral, lo cual constituye otro de los rasgos distintivos de su trabajo.

Honey Moreira: Salmo de las Américas, Tesis de diploma.


[1] Persona que utiliza la red informática de internet.

[2] Sitio web: www.elpais.com 

[3] Honey Moreira: Salmo de las Américas, Tesis de diploma.

[4] Honey Moreira: Salmo de las Américas, Tesis de diploma.


Bibliografía


  • Acosta, Leonardo: Del tambor al sintetizador. Editorial Letras Cubanas, La Habana,  2014.
  • Eli, Victoria y Zoila Gómez: Haciendo música cubana. Editorial  Pueblo  y  Educación,  La    Habana, 1995.
  • Eli, Victoria y Zoila Gómez: Música latinoamericana y caribeña. Editorial  Pueblo  y  Educación,  La    Habana, 1995.
  • Giro, Radamés: Diccionario  Enciclopédico  de  la  música  en  Cuba. Editorial  Pueblo  y  Educación,  La    Habana,  2007.
  • León, Argeliers: Del  canto  y  el tiempo. Editorial   Pueblo  y  Educación,  La   Habana, 1987.
  •  Martínez, Reny: Un premio con alas enormes en: Revista Clave. No.13. La Habana, 2006.
  • Martínez, Reny: Ópera de José María Vitier en: Revista Música Cubana. No.2. La Habana, 2008.  
  • Moreira, Honey: Salmo de las Américas. Trabajo de diploma. ISA, 2010.
  • Orovio, Helio: Diccionario de la música cubana. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1992.

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